David Martínez.
David Martínez CEO FMHOUSE

COVID-19: ¿Jaque (mate) al Corporate Real Estate?

Trabajo en remoto.

El primer coche eléctrico funcionó en 1890, el primero listo para ser producido en serie fue el EV1 de GM a mitad de los 90 y luego el T2 Camper de Volkswagen en 1970. ¿Por qué se han tardado más de 50 años en que sean algo normal? ¿No habría sido más sostenible, entre otras cosas, haber empezado antes? Conocemos el poder de los lobbies de la industria petrolera y del sector automovilístico, pero hasta que no ha sido casi una obligación los fabricantes no han cambiado. Quizá porque cuando se hace un vehículo, se le hacen también piezas de repuesto para 15 años, que dan más beneficios que el propio coche da que pensar…

Estamos en una situación parecida con la obligación de estar en casa. Muchos estudios dicen que el 80 % de las personas que trabajan en una oficina, lo podrían hacer igual en trabajo remoto. No sólo por las labores que realizan, sino gracias a la tecnología, a las comunicaciones, al acceso a la información o la capacidad de interactuar casi en tiempo real con sus compañeros, como aporta el 5G. El hacerlo sería más sostenible, las personas tendrían más tiempo libre, menos atascos, habría más conciliación, y un largo etcétera de beneficios, pero ¿qué pasaría entonces con las oficinas? Tampoco quiere decir que no hagan falta, pero seguro que con mucha menos superficie y mucho menos tiempo del que se tiene ahora se conseguirían los mismos resultados. Entonces ¿por qué no se hace antes?

Los dueños de estos espacios, que son en su mayoría fondos de inversión, no tienen ningún interés en que nada amenace sus alquileres, cueste lo que cueste. Aquí es donde van a ejercer el poder que en su momento hicieron las petroleras o las fabricantes de coches para no cambiar al eléctrico, pero… ¿lo van a conseguir?

Después de que pase la crisis, muchos empresarios van a ver con otros ojos el trabajo en remoto y los resultados obtenidos, porque no les va a quedar otro remedio, y valorarán los resultados, y deberán tomar decisiones, pero ellos son los primeros que tienen que estar preparados para el cambio, ya que depende de ellos.

En definitiva, estamos ante un cambio importante, no sólo para los dueños de las oficinas, sino para los que les dan servicio a las mismas. ¿Pensáis que es el fin de las oficinas tal y como las conocemos? ¿en qué se pueden convertir todos esos metros cuadrados en las zonas más exclusivas de las ciudades? ¿el darles un uso más allá del 8 a 5 puede ser la solución? Sea como sea, estoy seguro de que esto va a marcar una nueva era para las oficinas y las actividades del Facility Management que les dan soporte.