Desafíos a los que se enfrentan las ciudades

Las infraestructuras y los servicios tendrán que acoger el incremento de población sin que mengüe el bienestar de las personas. Al mismo tiempo, es necesario un cambio integral en el modo en que se gestionan las ciudades, teniendo en cuenta los espacios y los recursos, es decir atendiendo a una sostenibilidad ambiental.

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Vista de pájaro de una ciudad.

Leticia Duque

Según la Real Academia Española las ciudades son: “Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas”.
Distinguiéndose así lo ‘urbano’ de lo ‘rural’, con el proceso de industrialización se gestó un movimiento, al principio progresivo pero todavía positivo, de trasvase de personas de las villas a las ciudades. El ‘éxodo rural’ en Europa y, sobre todo, en España, -con altas tasas de desplazamientos de los entornos rurales a los urbanos- comenzó en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX. Los estudios llevados acabo apuntaron las causas económicas como principal motivo para estos movimientos migratorios: mejores salarios y oportunidades laborales, es decir mejora de la calidad de vida material, del bienestar, al dirigirse a lugares con mayores y mejores infraestructuras y servicios.

Este proceso, lejos de finalizar o equilibrase, ha continuado en el tiempo. Tanto es así que, se estima que para el 2050 más del 60 por ciento de la población será urbana; por tanto, los desafíos que ocupan a las ciudades y a sus gobernantes son sin duda ambiciosos.

Las infraestructuras y los servicios tendrán que acoger el incremento de población sin que mengüe el bienestar de las personas. Al mismo tiempo, es necesario un cambio integral en el modo en que se gestionan las ciudades, teniendo en cuenta los espacios y los recursos, es decir atendiendo a una sostenibilidad ambiental. Por ello, las políticas y directrices europeas llevan años dirigidas hacia este objetivo. Los lugares donde más personas vivirán, las ciudades, deben ser claros ejemplos de eficiencia, puesto que, además, el planeta lo demanda. Si no se dan los pasos necesarios la vida en las ciudades sería insostenible, en términos de recursos, y el objetivo de bienestar no se cumplirá.

Las ciudades “se enfrentan a limitaciones económicas, el rápido efecto de la urbanización y el desafío de la sostenibilidad medioambiental. Y deben responder a las expectativas ciudadanas en materia de seguridad pública, salud, bienestar y accesibilidad”, en opinión de Antonio Conde, director de Innovación y Transformación Digital en Cisco España.

Por otro lado, las zonas rurales más despobladas pueden convertirse en factores positivos, si se descubren como laboratorios en los que poner en práctica proyectos pilotos creativos, digitales e innovadores que tengan en cuenta a las personas, al medio ambiente y a una mayor calidad de vida, ayudados por instrumentos como la tecnología, ya que en esas poblaciones pueden encontrase las circunstancias ideales para que no haya resistencia al cambio, puesto que llevan décadas sobreviviendo a una gran transformación de su entorno y en su vida.

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Los móviles cuentan con aplicaciones para las ciudades.

Smart City, tecnología y sostenibilidad

Las Ciudades Inteligentes o Smart Cities surgen como un modelo de gestión nuevo de las urbes, cuyo objetivo es precisamente asumir los cambios que se están produciendo en la demografía y en el medio ambiente. De esta manera, se persigue el desarrollo de un modelo de gestión sostenible, que mejore la calidad de vida de los ciudadanos, incidiendo, a su vez, en aspectos como el ahorro energético, la movilidad sostenible, la Administración electrónica, la atención a las personas o la seguridad, entre otros, y donde la tecnología es la gran ‘facilitadora’. Sin olvidar además continuar generando progreso.

En el ámbito de los servicios, para Joaquín Montesinos, director de Althea Management Solutions, “conseguir el equilibrio entre los costes de explotación y la calidad del servicio debería ser uno de los retos principales de las Smart Cities, y esto se consigue cuando los medios de explotación implantados van alineados con las estrategias globales del negocio”. La gestión de los servicios va asociado a los espacios. “En todo proyecto de diseño y gestión es clave que proveedor y cliente formen parte del mismo equipo”, continua Montesinos.
Además asegura que, “una buena gestión de los recursos y servicios, se traduce en un 20% de aumento en la productividad, un 25% de ahorro en costes operativos y un 100% de eficacia en la actuación”. Aplicado a empresas, y también a ciudades. Y resalta que: “Los modelos de cambio deben basarse en el sistema de triple balance, cuyo objetivo principal es el equilibrio perfecto entre las personas, el respeto medioambiental y la rentabilidad en la gestión y en la operativa. El camino que entendemos que se ha de recorrer para conseguir el triple balance, nos va a llevar a realizar cambios importantes en nuestros modelos de gestión y explotación actuales”.

Actualmente, en Europa, “los edificios representan alrededor del 40% del consumo total de energía y son responsables de casi el 40% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero”, nos explica Jesús Requena, director de Marketing y Desarrollo de Negocio de la División Retail de Schneider Electric. El auge del sector de la construcción, junto con el aumento de las expectativas de confort, “se ha traducido en edificios residenciales, comerciales y públicos que utilizan incluso más recursos energéticos que el transporte”. Así pues, “se impone una transformación en ciudades y edificios, en favor de una mayor eficiencia energética en su gestión y servicios”, asegura.

Smart Building vs Smart Cities

“Estoy convencido de que existiría consenso en aceptar que hay tecnologías suficientemente desarrolladas en la actualidad para permitir que todos los nuevos edificios sean una referencia en el sector Smart. Es una revolución tecnológica y conceptual que afecta no únicamente a la operativa del propio edificio sino a la relación del mismo con su entorno.

La realidad es que los edificios recientemente finalizados a los que he tenido oportunidad de visitar disponen únicamente de tímidas aportaciones en comparación al universo tecnológico y digital que el sector podría llegar a aportar.

Sin duda es un cambio complejo, que, según mi opinión, podría verse ralentizado por diferentes factores. Uno de ellos podría ser claramente de tipo cultural, en el que el inversor no tenga las garantías suficientes de que todas estas innovaciones sean convenientemente valoradas por el usuario y, en consecuencia, no tengan una rentabilidad tangible, bien en términos financieros o de posicionamiento. Otro, no menos importante, es que han de existir unas infraestructuras tecnologías, digitales, de movilidad o de planeamiento previas que permitan que el edificio, una vez finalizado, pueda ser un referente.

El modelo de crecimiento urbano clásico está cambiando. Tradicionalmente fue el promotor inmobiliario que asumiendo evidentes riesgos, desarrollaba productos con criterios más o menos consensuados, participando en el crecimiento de las ciudades y dotándola de edificios disponibles para futuras ocupaciones. Sin embargo, en la actualidad es la propia ciudad la que se autopromociona con la finalidad de captar el máximo talento posible. En este nuevo escenario, el promotor es el encargado de desarrollar el edificio, prácticamente a la carta y a demanda.

En resumen, no es posible según mi opinión tratar sobre edificios inteligentes sin tener en consideración el contexto del que forman parte, las ciudades”.

Albert Pons, director Postgrado de Facility Management del Colegio de Arquitectos Técnicos de Barcelona Socio director de TBA Facilities

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