La Ciudad BBVA, un complejo de altura como su edificio más emblemático

La Ciudad BBVA, la nueva sede en Madrid del grupo global de servicios financieros fundado en 1857, aloja a 6.000 empleados entorno a 7 edificios, del que sobresale su torre, que simula una vela. Ésta, sin embargo, es solo un ejemplo del proyecto de envergadura que hay detrás, en el que se integró desde la fase de diseño la perspectiva del Facility Management.
Espacios modernos, tecnología punta, empleados con multitud de servicios a su disposición y una nueva política laboral se mezclan con un entorno sostenible que se refleja en todo el complejo, en los materiales elegidos para su construcción y la remodelación de los edificios existentes, junto con un nuevo modelo de gestión donde prima la eficiencia.

Ciudad BBVA.
Leticia Duque

La Ciudad BBVA es un complejo de 250.000 metros cuadrados, compuesto por una torre principal -denominada La Vela- de 19 pisos sobre rasante y 93 metros de altura. De la mano de Vicente Herguido Bóveda, director de Facility Management & Sostenibilidad en BBVA, tuvimos la ocasión de recorrer un complejo que lo forman 7 edificios horizontales de una altura de 3 niveles con nombres de continentes, ordenados por calles denominadas por océanos (Caribe, Atlántico, Mediterráneo, Índico y Pacífico).

“Los 114.000 metros cuadrados sobre rasante abarcan principalmente las oficinas y espacios de trabajo del BBVA, además de otros servicios como Business Centers, áreas de restauración, un auditorio para 400 personas y una sala de prensa. Todo ello pensado para que los 6.000 empleados del BBVA que trabajan en estas instalaciones dispongan de todas las facilidades que puedan precisar -nos cuentan fuentes corporativas-. Bajo el subsuelo, un aparcamiento para 3.000 vehículos (distribuidos en 138.000 metros cuadrados, en 3 niveles) ocupa la totalidad de la planta de la Ciudad BBVA.

Cuándo nos interesamos por lo que ha motivado el cambio de ubicación, teniendo en cuenta que BBVA tenía sus oficinas centrales de Madrid en la torre del Paseo de Castellana (diseñada por Francisco Sáenz de Oiza), la cual es un edificio de gran valor arquitectónico y un icono para la ciudad, en seguida salen a la palestra las personas: “La Ciudad BBVA surge por la necesidad de concentrar a toda la plantilla de servicios centrales de Madrid, hasta ese momento dispersa en varios edificios de la capital, en uno sólo”, asimismo el fin también justificaba ahorros en gastos operativos y otros costes derivados de la dispersión, así como evitar la pérdida de tiempo que se sufre en los “constantes” desplazamientos entre edificios.

El complejo debía cumplir varias premisas: su ubicación tenía que quedar dentro del término municipal de Madrid, rodeado de vías rápidas de comunicación y cerca del aeropuerto, además de contar con la superficie suficiente como para albergar a sus 6.000 empleados -nos relatan-. La elección: Las Tablas, barrio joven en pleno desarrollo urbanístico.

¿Cómo comenzó el proyecto? (les preguntamos) “Para hacerlo posible, se convocó un concurso internacional con la participación de los más reconocidos y prestigiosos estudios de arquitectura. Entre todas las propuestas presentadas, destacó la realizada por Herzog & de Meuron por su calidad y por contener todos los valores que el Banco requería, además del potencial de su proyecto para convertirse en un hito urbano”.

Ciudad BBVA.

Gestión integral

BBVA gestiona el complejo bajo un nuevo modelo de Facility Management Integral. Las claves del éxito de este nuevo modelo, según el grupo, son la inclusión de unos nuevos servicios como la gestión energética del inmueble, gestión especializada de los diferentes servicios bajo un único proveedor con acuerdos de nivel de servicio comprometidos, servicio de back office e implantación de un nuevo software de gestión. “La empresa adjudicataria de servicios de FM comenzó a trabajar en la fase de Commissioning de las instalaciones, atendiendo a todas las pruebas de puesta en marcha y realizando su propia revisión de la instalación a recepcionar”.

Según nos explican, BBVA contrató en la fase de diseño a un consultor especializado con el fin de estudiar la viabilidad del proyecto desde un punto de vista de FM, esto es: definir los servicios y procesos, espacios necesarios para la posterior explotación del complejo, estudiar el ciclo de vida de equipos, manuales de operación y mantenimiento, etc.)

El software BIM formó parte del proceso desde la fase del proyecto con el fin de reducir las interferencias en obra y, por tanto, minimizar los desvíos de obra en presupuesto y plazo.

En una primera fase -relatan- se desarrollaron los edificios Asia y Oceanía, situados en el tercio este de la parcela. Se partió de 4 edificios existentes, reformándolos a gran escala, para crear 2 únicos edificios lineales o fingers de hasta 260 m de largo.

La segunda fase, totalmente nueva, incluyó el desarrollo de La Vela y los otro 5 edificios (América del Norte, América del Sur, Europa, África y Antártida). Todo el conjunto se integra creando una ‘mini ciudad’ ordenada e interconectada mediante calles, pasarelas transversales y el anillo de conexión que rodea la plaza, de 100 m de diámetro, en cuyo centro se haya La Vela.

De manera tajante en BBVA nos afirman que “se trata de un complejo pensando para ser vivido desde el interior y para el empleado”. El cambio de sede ha servido para impulsar una transformación en las formas de trabajo, en consonancia con la cultura corporativa del grupo. Su diseño invita a la interacción formal e informal, a impulsar el intercambio de conocimiento a todos los niveles, evitando los grupos aislados, las jerarquias y favoreciendo la agilidad y la toma de decisiones. Así, cuando visitamos la ciudad, aunque la parte más representativa sea la altura que otorga La Vela, más del 80% de la superficie está ocupada por edificios horizontales (de 3 plantas). Los edificios huyen de las convencionales plantas de oficinas y ascensores; el entorno es más personal, conectado a los espacios exteriores, ya que el 95% de las fachadas son transparentes. Los empleados visualizan y pasean por callejuelas y patios, cubiertos de toldos en verano, o calles con vegetación que conectan todos los edificios y desembocan en la gran plaza central, donde se encuentra imponente La Vela.

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