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ARTÍCULO TÉCNICO

CONSULTORÍA Y

Gestión FM

2. En la fase de uso, buscando el analizar

la información (y compararse), cual-

quiera se puede medir con respecto

a la media. Sin embargo, en un

ben-

chmark

se debe entrar en la catego-

ría o estructura correcta en función

de esos parámetros, si no el análisis o

comparación no será coherente e, in-

cluso, puede ser inválido.

Lo anteriormente expuesto se ilus-

tra gráficamente en la Figura 2.

Para acotar estos parárnetros ini-

ciales hay que llevar a cabo un estudio

concienzudo de qué se quiere anali-

zar y cuáles son los factores que in-

tervienen. El lanzarse en la recogida

de datos sin una estructura inicial co-

rrecta es sinónimo de fracaso, ya que

no sabes en qué epígrafe van los da-

tos que recoges o simplemente si son

válidos para la comparativa o no.

Tras analizar los precios máximos y

mínimos del menú de mediodía en la

zona de Plaza Castilla, se observa que

el precio se puede quintuplicar de un

restaurante a otro. Este es el primer

indicador que justifica la necesidad de

un estudio más profundo y también

de una posible necesidad de clasifica-

ción en gamas o segmentos.

Cuando los entornos del estudio

tienen cantidad de factores que ha-

cen que los datos que se obtienen

estén condicionados y, sobre todo,

que los mismos datos puedan tener

distintos grados de validez depen-

diendo del usuario o lector, se debe

estructurar un método denominado

benchmark

.

La diferencia principal entre la me-

dia de una serie de datos y el

bench-

mark

estriba en el ejercicio inicial de

validación de los datos que se usan

para realizar el cálculo. El hecho de

llamar a algo

benchmark

implica que

se han estudiado y validado los pará-

metros que se van a considerar a la

hora de recoger los datos. Este tema

podría llevar varias horas de descrip-

ción, pero, por simplificar, diremos

que:

1. En la fase de diseño y recogida de

datos para el cálculo de los valo-

res, cuando el ejercicio es una me-

dia, todos los que están bajo el tí-

tulo general son aceptados. Sin em-

bargo, en un

benchmark

esto no es

así. Los datos deben estar validados

dependiendo del cumplimiento de

una serie de parámetros para que

sean considerados.

24,21 €, seguro que los hay de 7 u

8 € buenos, y también malos, al igual

que ocurrirá con los que cuestan más

de 40 €.

El “

benchmark

del coste del menú”,

que hemos usado como título de

nuestro ejemplo, debería servir para

que un comensal sepa cuál es el ran-

go óptimo de mejor precio para un

tipo de servicio y calidad. Y, a su vez,

para que el dueño de un restaurante

sepa en qué rango está su producto

en cuanto a alcance y si está dentro o

fuera de los precios de la competen-

cia, obviamente dentro de ese rango.

Queda claro que con el méto-

do usado de sumar datos y dividir-

los para calcular la media aritmética

no se obtienen resultados coheren-

tes que se puedan usar para tomar

decisiones correctas, ni para elegir el

mejor restaurante, ni para comparar-

te con la competencia. Es por eso que

pasaremos a explicar una metodolo-

gía algo más elaborada denominada

benchmark

.

¿Qué es un benchmark?

Tras este ejemplo queda claramen-

te demostrado que necesitamos un

grado de detalle mayor y un análisis

más complejo, ya que si no la toma

de decisiones no es válida o, por lo

menos, puede inducir a errores. Un

benchmark

no es una media. Si lo que

queremos es un valor medio, enton-

ces sí que podemos usar ese método.

Si lo que queremos son valores de re-

ferencia en escenarios complejos, se

debe usar otra metodología.

Figura 1. Cálculo de la media aritmética.

En un benchmark la recogida de datos consume la

mitad de recursos que el dimensionado de la

estructura y dentro del conjunto sólo es el 30% del

total